domingo, 26 de octubre de 2014

No hay nada sagrado: Divergente (la película)

No os llevéis a engaño; La película "Divergente" poco tiene que ver con el verdadero PENSAMIENTO DIVERGENTE.
Llega una pava y se lee un eneagrama (test de personalidad emocional) en una revista de Cosmopollitan y se dice "Pues que voy a escribir unos libros de esto, pero ojo de no llamarlos LOS PITUFOS". Porque que sepan vuesas mercedes que eso de que una persona se encasille en una línea emocional es cosa de los pitufos, así que los libros y por ende, la puta peli, tenían que haber sido sobre pitufos, y no sobre personas. El pensamiento divergente es aquel que sale de norma y no sigue la corriente de pensamiento único, señorita Roth. ¿Podría ser un pitufo a la vez "bromista" y "fortachón"? Pues no. ¿Puede serlo una persona? Sí, pero me voy a inventar que en caso afirmativo, hay que matarlo. ¡Menuda archimamona la señorita Roth! En eso se basa el puto libro, personas que tienen que vivir como pitufos. Un libro que va de que la pitufina es a la vez lista, guapa y generosa y por ello ¡tiene que morir, por zorra!
Aquí os dejo un ejemplo de eneagrama seudocientífico de esos.

Esta película va de "elegidos"; va de la pitufina que no quiere ser de los altruistas y quiere ser de los polis agresivos guays que echan el día saltando de trenes en marcha, metiéndose heroína en vena y haciendo manitas y diciéndose ay, que te molo, nena. ¡Y que sepáis que los listos son los malos! ¡Encabezados por la guarra del Titanic! La muy puta que dejo ahogarse al DiCaprio. Ojo que mola ser agresivo y altruista a la vez, pero que no mola ser inteligente. ¡Putos frikis!
Pues lo dicho, ELLOS están detrás de esta película como lo están detrás de todas las que sorben el seso a los adolescentes, para que se crean que son diferentes cuando en verdad los encarrilan con toda la manada, la más imbécil de todas la de los putos vampiros que van al instituto ¿Pero quién se traga esas mierdas? En fin, que de un tiempo a esta parte las sagas literarias y las peliculeras ya no son lo que eran, aunque, igual nunca lo fueron.
Ahí os vale, archicabrones. ¡Nunca  me atraparéis!

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